La comisión compuesta por los Sindicatos Federados de Mercedes, Santa Fe, Córdoba, Corrientes, La Pampa, La Plata, La Rioja, San Luis, Santiago del Estero, Tucumán, Neuquén-Río Negro, Paraná y Rió Cuarto, luego de un intenso debate, elaboró el documento que a continuación se reproduce y que, puesto a consideración del Honorable Congreso, fue aprobado por unanimidad.

Unidad nacional y fortalecimiento del correo estatal

Documento Público

En el marco del LXVI Congreso Nacional Ordinario de FOECYT, reunido a los veintisiete días del mes de abril de dos mil dieciséis, en la ciudad de Río Cuarto, Córdoba, los Delegados Congresales que representan la totalidad de los Sindicatos Federados que conforman la Organización a nivel nacional, luego de analizar la situación que atraviesa el sector laboral del Correo Oficial de la República Argentina (CORASA) nos vemos en la obligación de reflexionar acerca de la problemática que nos aqueja en la actualidad. Para ello apelamos a la experiencia y sentimiento de pertenencia que nos guía desde hace 59 a�os, lapso durante el cual los trabajadores telepostales vivimos todos los estadios y vaivenes del Correo, siendo testigos y receptores directos de las malas decisiones y desidia que -Directorio tras Directorio- nos han hecho padecer y han impactado perjudicialmente en el servicio postal oficial. 

El resultado de las últimas elecciones nacionales introdujo un nuevo modelo político-económico que produce cambios en las estructuras sociales del país. Esta situación, genera casi en igual medida tanto expectativas como incertidumbres tales como una mayor devaluación, inflación  y recesión que acentúan la inestabilidad económica y acrecientan el desempleo. Las expectativas se reflejan en la esperanza de los argentinos de un cambio sustancial en el manejo de la política que garantice transparencia y destierre la corrupción, como así también erradique la intolerancia en las relaciones institucionales en general, a través de una Nación basada en la equidad y la justicia social.

Los trabajadores siempre seguimos de cerca las medidas laborales y económicas de las distintas administraciones porque somos los primeros en recibir sus impactos, tanto positivos como negativos. Sin embargo, más allá de cualquier ideología política, el progreso y bienestar general es el deseo de quienes aspiramos a vivir en un país unido, que garantice la seguridad y la justa distribución de los bienes. Pugnamos por un país donde el pensar distinto no sea motivo de divisiones sino que a través del disenso se allane el camino y se encuentren las herramientas para lograr los consensos necesarios, fortaleciendo al mismo tiempo lo conquistado en estos años.

Nuestra experiencia con los gobiernos de corte neoliberal nos impone permanecer en un estado de alerta para no permitir que se avance con medidas que afecten a la actividad postal en general y a nuestra fuente de trabajo en particular.

Con el correr de los años y el paso de las distintas administraciones, el colectivo telepostal ha sido testigo de malas decisiones que incide directa, y perniciosamente, en el trabajador y en la empresa. Costosos e innecesarios modos de contratación de personal (eventuales), onerosas y dudosas contrataciones del sistema de transporte, gastos innecesarios que prevalecen ante las necesidades primarias en todas las sucursales del país, han llevado a la empresa al penoso lugar que hoy ocupa. Ninguna de estas decisiones ha sido tomada por los trabajadores. Es por ello que es injusto que toda vez que haya un ajuste, una crisis, un «reordenamiento nacional» siempre sea el trabajador el que resulte afectado con una dilación de la discusión paritaria, el establecimiento de un techo al porcentaje de discusión o, en el peor de los casos, en su estabilidad laboral.

Las nuevas autoridades de CORASA tienen, en una primera instancia, dos importantes desafíos: lograr que el Estado Nacional establezca un marco regulatorio y que proceda a la estatización definitiva de la empresa. 

Un marco regulatorio del mercado postal es la herramienta legal necesaria para brindar igualdad de condiciones para todas las operadoras postales. La mayoría de las prestatarias privadas recibieron subsidios o se beneficiaron con la prestación de servicios que el Estado Nacional redireccionó, arbitraria y exclusivamente, hacia esas empresas en franco detrimento del Correo Oficial.

Todo esto con el agravante de que nuestro correo, el único con rango constitucional, debe prestar el servicio básico universal en todas las localidades del país,  incluso en aquellas donde la actividad no es rentable, mientras que las operadoras privadas sólo lo hacen donde el negocio es altamente beneficioso y arroja siempre saldos positivos en sus arcas. 

El Poder Ejecutivo Nacional de una vez por todas debe darle la importancia que esta empresa amerita, no sólo en la sanción del marco regulatorio necesario para ordenar la actividad postal, sino también en lo que hace a inversiones, a esta altura impostergables, en razón de que durante décadas se lo ha puesto en inferioridad de condiciones a  nuestro correo frente a la competencia. Es por ello que sólo un apropiado marco regulatorio puede acabar legalmente con estas injusticias y asimetrías.  

De la misma manera, una estatización definitiva es la que revalorizará el status de la empresa y del servicio como el auténtico correo de bandera devolviéndolo a la órbita del Estado, de donde nunca debió haber salido. La decisión histórica de hacer caer la concesión tiene aún la contracara de no haber sido resuelta nunca esa estatización definitiva. Basta con bucear en nuestros archivos documentales para recabar las incontables gestiones que FOECYT ha realizado al respecto.

A esta dilación injustificada de algo que por derecho constitucional le corresponde a nuestro querido correo, se le suma el hecho de que los sucesivos directorios se han ocupado de profundizar la decadencia, tanto edilicia como productiva, que padece el servicio postal y que, d�a a d�a, enfrentamos los trabajadores telepostales. En este estado de situación observamos cómo se perpetúan algunos viejos nombres que, cual pesada herencia, una y otra vez vuelven a aparecer en las cúpulas decisorias de CORASA. Sujetos que se reciclan de acuerdo al formato de turno y se adaptan por intereses personales a los vientos del oportunismo.

El segundo gran desafío es la creación e implementación de un proyecto innovador para posicionar al Correo Oficial como líder en el mercado postal. Para ello es necesario contar con un programa de modernización integral e innovación en materia de productos. La modernización de los sistemas informáticos, obsoletos o deficientes; estos sistemas deben adaptarse a un comercio cada vez más online y a la logística, que es sin duda alguna la arista que puede garantizarle un futuro al correo.

Ciertamente la innovación es uno de los ejes del plan estratégico de transformación que ha delineado la empresa, sin embargo estas aplicaciones y soluciones innovadoras en materia de productos, servicios, sistemas y procedimientos de trabajo no se han materializado. Por el contrario, pareciera que el servicio postal oficial involuciona cada día más, es por eso que es primordial efectivizar de una vez por todas el plan estratégico. Y cuando hablamos de ello hablamos de uno viable, no de uno ambicioso en sus objetivos, que todos compartimos por cierto, pero prácticamente imposible de llevar adelante.

Para posicionar nuevamente la empresa al frente del mercado postal urge adecuar nuestros productos, servicios y procesos conforme a las necesidades cambiantes de los usuarios y del mercado comercial, que cada vez se orienta más a lo tecnológico. En este sentido, nadie puede desconocer que el futuro de las telecomunicaciones se encuentra en la logística, pero poco se puede lograr en el área si no contamos con un sistema de transporte propio.

Estas transformaciones, por supuesto, conllevan algo más que buenas intenciones por parte de la empresa o buenas ideas de parte de FOECYT, Organización que ha presentado en incontables oportunidades propuestas superadoras a CORASA. Para llevar adelante un cambio de esta envergadura se requieren las inversiones necesarias en infraestructura edilicia, tecnológica y de transporte. A su vez, para lograr este objetivo todos debemos estar consustanciados e interiorizados con el tan mentado plan estratégico, y quienes tengan la responsabilidad de comunicarlo e implementarlo deben ser funcionarios que gocen  de la idoneidad y credibilidad necesaria. No tenemos por qué pensar y creer que quienes no han sido capaces de lograrlo hasta ahora, de aquí en más sean los mismos en poder conseguirlo.

Los telepostales ya hemos padecido nefastas  épocas de despidos masivos y ajustes salvajes sobre nuestros ingresos y para evitar volver al pasado sólo se necesita una cosa: memoria y unidad de todos los trabajadores del sector. Convertir al Correo en una «Causa Nacional» es la única alternativa que nos queda para elaborar junto a técnicos y especialistas -todo bajo el control de los trabajadores- un proyecto que permita crear un correo oficial eficiente, competitivo y que priorice el rol social.

Esa misma unidad será la que nos garantizará a todos los trabajadores de CORASA lograr verdaderas mejoras en lo concerniente a lo salarial y a las condiciones de trabajo. Junto a ello, se debe apuntar al mejoramiento de los factores de seguridad, higiene y medio ambiente, para evitar que los compañeros deban desempeñar sus tareas en las deplorables condiciones que lo hacen, en oficinas que parecen galpones abandonados, con goteras, roturas de techos, paredes electrificadas, baños infrahumanos, entre otros problemas que hacen a la cotidianidad laboral y que ya están naturalizados por todos, lamentablemente, como si fuera normal trabajar en esas condiciones.

Siempre fuimos dialoguistas y supimos entender la situación del país, de la empresa y de los funcionarios, pero queremos y exigimos que ellos entiendan la situación de nuestros compañeros cuando ven disminuir, a diario, su poder adquisitivo. Con este espíritu, conciliador pero alerta, estamos dispuestos a enfrentar todos estos desafíos en forma conjunta, desterrando protagonismos individuales, fortaleciendo la empresa y, por ende, garantizando el trabajo de todos. Sólo entonces podremos creer que estamos ante la verdadera y definitiva recuperación de nuestro correo de bandera para beneficio de los trabajadores y la sociedad toda. 

Por último, ante la cercanía del primero de mayo y en un dramático contexto que golpea con despidos masivos a la clase trabajadora, expresamos nuestra solidaridad con ellos, haciendo propicia la circunstancia para saludar fraternalmente a todos los trabajadores en general y a los telepostales en particular.

 

SÓLO LA UNIDAD NOS HARÁ FUERTES